martes, 10 de agosto de 2021

Zona de Fenómenos No Identificados

 

 

 

Proferir palabra, por el medio y forma que sea, es un riesgo y una traición para uno que se reconoce “en el borde de la realidad[1]. Asumo riesgo y traición como condición necesaria, pero también como virtud, para poder dirigirme a ustedes. Ustedes y yo seremos en adelante y siempre un matrimonio de acuerdos y desacuerdos mutuos – ya lo verán -.

He creado este blog (https://enelelqui.blogspot.com/) con la intención de que sea una “zona de fenómenos no identificados”. Esto es otra metáfora más - como lo es “el borde de la realidad” - del estado de realidad-irrealidad donde me encuentro existiendo. Insistiré en que cada palabra mía es conciente, intencionada y necesariamente una metáfora – es decir, un quid pro quo[2] -, y en concordancia con esta premisa y salvedad solicito sean acogidos en adelante – aunque también hacia atrás -, desde mis balbuceos absurdos e incomprensibles, hasta mis más claros e impecables silogismos.

 

¿Qué son los Fenómenos No Identificados (FNI)?

Este término y concepto que acabo de inventar pretende ser el rótulo temporal de una teoría innovadora y estimulante para el debate, que se adentra de una forma original en la inconmensurable zona gris y oscura que rodea a nuestra realidad tradicional (esto es, el sentido y experiencia fuertes de realidad[3]), en un degradé continuo, sin una frontera definida, hasta la experiencia y el sentido mismos de irrealidad. A esta experiencia humana totalizadora y suprema de existencia, la he concebido y nombrado como realidad-irrealidad[4], es decir, LO TODO.

Sin embargo, dado que el entender, y luego el aceptar (o no) mi teoría y experiencia de realidad-irrealidad no está al alcance de la mayoría de las personas, me avengo a abordar (temporal e inicialmente) estos temas desde una conceptualización y perspectiva tradicionales y establecidas, para su mejor comprensión. De ahí que he usado el rótulo “fenómenos no identificados”, pues ello lo entenderá de inmediato un público de la más variada condición. Si lo pusiera en palabras coloquiales, diría que se trata de todas aquellas cosas que NO son avaladas o aceptadas (como reales o verdaderas) por el conocimiento científico, por la experiencia común y corriente, por la conciencia de vigilia (o juicio de realidad), por una mente “sana” (sicológicamente), por autoridades validadas, por paradigmas de realidad preestablecidos, por creencias, etc.… Como se puede ver (y más), son muchos los filtros que se ha creado la Humanidad para establecer qué es “irreal” (falso, imposible, desconocido, etc.), y qué es “real” (verdadero, posible, conocido, etc.), pero también sin percatarse de cuán difícilmente sustentables y compatibles son unos respectos de otros. Por eso mismo es tan fácil que lo que es real o irreal para una persona, para otra sea justo lo contrario, o diferente. Un buen ejemplo de esto son los OVNIS, o, como los ha puesto de moda el Pentágono (2020), los denominados Fenómenos Aéreos No Identificados (UAP[5]). Me parece un avance que el oficialismo norteamericano modifique el viejo y reducido concepto de “objeto volador” (UFO) para abrir ESO a un concepto más amplio e indeterminado (“fenómeno aéreo”), pero que tampoco excluye fenomenológicamente (como real fenómeno aéreo) al objeto (aparato) material y tecnológico dirigido por algún tipo de inteligencia, extraterrestre, o del tipo que sea[6]; o incluso lo que sea.

Esta amplificación también es lo que busco con mi concepto de “fenómeno no identificado”, pero llevado a su máxima amplitud, a su máxima inclusividad, a su máximo dominio posibles - ¡sorprendente y difícil tarea! -. Primero, el término fenómeno me parece adecuado, pues significa (nominalmente) que el hecho en cuestión no es propiamente un hecho necesariamente objetivable, como sí lo es, por ejemplo, la observación del planeta Venus, o de un Boeing 737 en pleno vuelo. Un fenómeno, tal como lo define el diccionario de la RAE en sus dos primeras acepciones, es: “1. Toda manifestación que se hace presente a la consciencia de un sujeto y aparece como objeto de su percepción. 2. Cosa extraordinaria y sorprendente.”[7] Sin embargo, debe entenderse el fenómeno como “objeto de percepción”, no sólo en cuanto evento natural perceptible a través de los sentidos, sino también como toda experiencia de autoconsciencia y consciencia de los estados y eventos de la propia mente (autopercepción). ¿Cómo podrían no ser un fenómeno, por ejemplo, mis sentimientos, o mis recuerdos, o mis sueños? … De esta manera, cualquier contenido de la conciencia es un fenómeno, incluso aunque sólo exista como objeto mental, sin correlato en el plano físico perceptible. Este ámbito del concepto de fenómeno – como veremos - va a ser clave para la propuesta original e innovadora de mi tesis.

De otra parte, especialmente interesante y relevante para mi propuesta me parece la segunda acepción del término. Y es que, toda vez que un fenómeno se nos presenta como “no identificado”, natural y especialmente lo experimentamos como “cosa extraordinaria y sorprendente”… Más aún, en general, la connotación síquica y mental del término fenómeno es más potente y determinante, que su connotación física y sensorial (hecho). Éste es otro ámbito conceptual y temático de gran importancia para mi tesis, ya que sostengo que siempre un hecho o cosa es más fenómeno que hecho o cosa, lo cual posee insospechadas y aún inexploradas consecuencias para el ser humano y para su experiencia y concepto de realidad.

Así pues, sin avanzar por ahora en un análisis más amplio y analítico de este linajudo concepto de fenómeno, concentrémonos en su relación y sentido con lo “no identificado”. Sin duda, el concepto de fenómeno no identificado puede entenderse de muchas maneras. Intentaré resumir aquí, a manera de introducción, qué es lo que propongo entender por ello. Dado que ya estipulé que iniciaré mi periplo exploratorio utilizando como punto de partida un paradigma cercano a la mayoría de mis eventuales lectores, entiendo por ahora lo “identificado”, como aquello que los poderes dominantes de nuestro conocimiento actual, es decir, las Ciencias y los agentes sociales de poder fáctico – político, económico, mediático, armado, etc. – validan y utilizan como debida y correctamente identificado, junto con todo su campo semántico concomitante, hasta su pretendido contrario: lo no identificado (o lo inidentificable), y todo su campo semántico asociado. Identificado, por ejemplo, resulta ser, en biología, las células nerviosas del cerebro humano; o, los compuestos químicos de una gota de agua de mar; o, la conducta social de un colectivo determinado… No identificado para este paradigma, por ejemplo, son ciertos artefactos voladores comúnmente denominados ovnis; lo mismo que pueden ser no identificados algunos eventos luminosos en la atmósfera o en el aire; o bien, un nuevo virus... Pero – recordemos -, dependiendo del paradigma desde donde se experimenta y procesa cognitivamente lo que es identificado o no identificado, como por ejemplo para un paradigma científico, para otro paradigma, como por ejemplo un paradigma religioso, o espiritualista, o cultural, o simplemente en su realización en un individuo particular, puede ser hasta completamente diferente.

Hasta hace unos pocos años el concepto de “no identificado” resonaba ampliamente en el ideario popular mundial asociado al fenómeno de los ovnis. Aunque esto está cambiando – hablaremos de ello en futuros artículos -, queremos conservar temporalmente esta asociación y su carácter ejemplar. Más aún, es precisa y sobresalientemente el fenómeno de los ovnis y sus tripulantes alienígenas lo que ha llevado a derivar el fenómeno y su comprensión desde hipótesis iniciales principalmente extraterrestres (HET)[8], a una complejidad y heterogeneidad crecientes, que en los últimos años ha desembocado en teorías abiertas, integradoras y totalizadoras bien documentadas y plausibles, las cuales plantean la unificación fenomenológica, psicológica y ontológica – con algún tipo de naturaleza común y universal - de todo fenómeno no identificado para el paradigma científico y el sentido común natural humano, como un criterio marco mucho más verosímil, promisorio y justificable, que cualquier otro previo. Es decir, tras el fenómeno de los ovnis y de los alienígenas, en realidad hay una zona de realidad en la que coincide tal vez una causa o factor común, o una Entidad común, o un fenómeno unificado respecto de todos los fenómenos no identificados (es decir, inexplicables, anómalos, increíbles, fantasiosos, legendarios, místicos, forteanos, parapsicológicos, religiosos, ocultistas, mágicos, monstruosos, intuitivos, demoníacos, angélicos, espiritistas, históricos, fabulosos, sicológicos, etc., etc., etc.) para el paradigma tradicional de todas las culturas, incluso hasta para nuestra condición antropológica y natural. Dicho así, lamentablemente todo esto debe resultar casi incomprensible para cualquier persona. Sin embargo, ésta no es una teoría o planteamiento de mi invención – aunque pretendo introducirle importantes modificaciones innovadoras -, ya que se ha venido gestando progresiva y explícitamente desde hace más de un siglo, principalmente desde las áreas de la teosofía, del misticismo, del espiritualismo universal, de la investigación de algunos particulares en diferentes áreas, y del contactismo telepático y mediúmnico... De entre todas ellas, quiero destacar una teoría reciente que sostiene con notable síntesis y gran inteligencia una propuesta similar unificada y totalizadora de la fenomenología “ovni”, y de los fenómenos asociados que desafían nuestros más variados y “sólidos” conceptos de realidad e irrealidad. A saber, la Teoría de la Distorsión, de José Antonio Caravaca.[9] La exposición y desarrollo de su teoría está ampliamente elaborada y accesible en los medios que he citado en la nota anterior, de modo que recomiendo la lectura directa en sus fuentes, lo cual me excusa de exponerla yo, y aquí, menos fiel y sin sistematicidad. Volveremos con frecuencia a citar a este sobresaliente autor y referente tanto de la temática ufológica en particular y actual, como, en general, referente para la presentación de mi propia teoría, y para la exposición de mi experiencia personal con estos fenómenos no identificados (FNI).

Creo que con esto, lector, ya tienes bastante para digerir, de manera que acabo abruptamente aquí, y continuaré con estos temas en un próximo post

 

 



[2] Podría traducirlo sueltamente como: el “esto por eso”. El “quid” (esto) está a la vista y el entendimiento natural de ustedes, como por ejemplo si uso el término “ovni”, pero el “quo” (eso), lo que está más allá del mero término, concepto y experiencia de “ovni”, difícilmente podrán alcanzarlo, experimentarlo y conocerlo. En su momento explicaré por qué no.

[3] Por ejemplo, lo que se experimenta y se entiende como “realidad” desde las Ciencias, o desde el sentido común (realismo empírico).

[4] Vid. los diferentes artículos publicados (etiquetas: “realidad” e “irrealidad”) en mi blog Conócete a ti mismo: https://rodrigoinostrozabidart.blogspot.com/

[5] En inglés: Unidentified Aerial Phenomena.

[6] Aunque creo que la intención del gobierno norteamericano va justo en la dirección opuesta: quitar del fenómeno su carácter distintivo personal, inteligente e intencionado, para diluirlo en un mero “fenómeno aéreo” (natural) aún no explicado, entre otros fenómenos aéreos (naturales).

[8] En inglés: ETH (Extraterrestrial Hypothesis).

[9] Ver, su libro: DISTORSIÓN. Ovnis, apariciones marianas, bigfoots, hadas, fantasmas y extrañas criaturas ¿una teoría explicativa?, Amazon, 2019. Además, sus blogs: https://caravaca101.blogspot.com/y, http://caravaca.blogspot.com/

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