sábado, 18 de enero de 2020

Para comenzar este blog


He sido paciente. Esperé más de sesenta años la llegada de este tiempo, de esta coyuntura, de esta misión. Ha sido una tarea dura, larga y dolorosa para mí, pero también sostenida por la dicha de un Amor trascendental. En adelante y por fin, tengo mucho que decir, y poco que ocultar. Me he invisibilizado y callado toda mi vida por mandato "divino"; hablaré desde ahora por el mismo designio "divino". Hubiera preferido no tener que cumplir con esta labor profética y apocalíptica, dura y dolorosa para mí, como para todos los seres humanos, pero muchísimo peor y terrible sería callar… Sólo muy pocos no querrán taparse los oídos, cegarse, olvidarme, odiarme, silenciarme. Las cosas que voy a decir y revelar no son adecuadas para oídos y mentes humanas, pero deben ser oídas y asimiladas por las conciencias humanas. Algunas incluso nunca han sido reveladas. Sin embargo, para usar un lenguaje religioso y metafórico, sólo se cumple la voluntad de Dios. No estoy loco, no soy un charlatán, no soy un contactado, un fanático, ni un líder de nada. No quiero nada para mí; casi todo lo que tenía que vivir para mí, ya lo viví. Mi vida pasada atestigua de mi autenticidad y honestidad, lo mismo que lo harán los hechos que me acompañen en adelante... Tampoco estoy solo, en ninguna parte del Universo, ni tampoco en este planeta. Hay otros como yo que también han vivido lo que yo, y también comenzarán a aparecer. Yo soy prescindible y una diminuta persona, cuya acción tal vez no mueva más que la conciencia de una docena de personas. No importa, pues el poder divino - o como quiera llamárselo - es infinito en recursos para lograr lo que se ha propuesto… Trataré de ser lo más claro y comunicativo posible, porque quienes tengan la paciencia de seguir mis mensajes irán comprendiendo paulatinamente la densidad, la complejidad, la amplitud y trascendencia de lo que aquí estoy esbozando de una manera puramente críptica, vaga y general. Soy conciente de la desorientación, del daño y del sufrimiento que les causaré a muchas personas, de muchísimas maneras. Les pido perdón con humildad y amor, porque ése es precisamente uno de mis mandatos y de mis dones misteriosos para la Humanidad. El ser humano es incapaz de superarse a sí mismo si no sufre, y ojalá hasta la muerte… Ha llegado la hora de que la Humanidad sufra cada día más, cada año más, porque EL ESPÍRITU de Amor quiere la transfiguración definitiva del ser humano, el verdadero salto evolutivo
Y, aun así, en cada punzada de dolor del alma podrán experimentar con asombro y serenidad el INFINITO AMOR DE LO-TODO.



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