sábado, 20 de marzo de 2021

Introducción a una investigación de los límites de la Realidad

 

 

 

Introducción a una investigación de los límites de la Realidad

(Parte 1)[1]

 

 

He tomado una decisión difícil. No estoy convencido de ella, pero creo que debo ponerla a prueba. Trataré de hablar lo menos posible; no más explicaciones (meras palabras) previas; en cambio, necesito constatar qué pasa, qué pasa con este asunto, con las personas que se enteren de esto, y, especialmente, qué me pase a mí mismo... Todo lo que guarda relación con esto es demasiado abierto e incierto. Yo lo sé, y espero que pueda verse (mucho) también en el curso de esta experiencia extraordinaria…

¡Tómese en serio lo que voy a decir!... Esto no es más literatura que lo que te acontece, ¡a ti lector!, en tu vida cotidiana, si tuvieses que contarla. Esto está basado en hechos reales, igual que tu vida personal está basada en hechos reales. Me estoy exponiendo como no lo he hecho antes.

Podría comenzar literalmente de infinitas maneras. No conozco que esto tenga un comienzo… Por ello, he decidido que intervenga parcialmente el “azar”, o, como prefiero llamarla, sincronía: Después de reflexionar y recordar cuál era, sin duda, la mejor fuente testimonial y bibliográfica acerca del fenómeno de los ovnis, abrí mi primer archivo computacional en la larga columna de documentos de las publicaciones de la ya clásica y fenecida Flying Saucer Review (FSR), cuya identificación o nombre aparecía en mi notebook como “FSR 1966 V 12 N 1”[2]. Al abrir este primer archivo, me di cuenta de que no lo había leído antes. Además, antes de comenzar su lectura, decidí azarosamente que también el primer el artículo de este número sería el elegido con el cual comenzaría la aventura épica (pública) que estoy tratando de iniciar... Llevaba por título Important New England Sighting[3], por Dan Lloyd. Se trata de un resumen de dos páginas de un informe original del NICAP escrito por Raymond E. Fowler[4], y publicado en FSR por Dan Lloyd, conocido investigador y editor de temas de Ovnis. Puesto que pocas personas tendrán acceso a esa publicación, y, además, por estar escrita en inglés, ofreceré a continuación mi síntesis del resumen publicado por Lloyd.

El evento ovni ocurrió cerca de Exeter, New Hampshire, el 3 de setiembre de 1965. Aproximadamente a las 12:30 am., el oficial de policía Eugene Bertrand se acercó a una mujer estacionada en la circunvalación de Exeter-Hampton, quien le contó con excitación que había sido perseguida por un objeto volador que estaba rodeado de un brillante resplandor rojo, y que se había abalanzado sobre su coche varias veces.[5] Aproximadamente media hora después de este evento, Norman Muscarello, de dieciocho años, estaba caminando por la ruta 150 a unos tres kilómetros de Exeter, tratando de conseguir un aventón a la ciudad. De repente, se alarmó al ver un objeto con al menos cuatro luces rojas pulsantes extremadamente brillantes emerger de los bosques cercanos. Se cernió sobre una casa perteneciente a Clyde Russell; mientras el asustado joven se agachaba detrás de un muro de piedra que bordea el campo, el objeto a su vez parecía acercarse a él. Sus luces eran tan brillantes que la casa de los Russell estaba bañada en un resplandor rojo. El objeto parecía tener unos 24 a 27 metros de largo, y era completamente silencioso. Luego se alejó y desapareció detrás de unos árboles. Muscarello intentó despertar a los ocupantes de la casa de Russell golpeando en la puerta, pero, pensando que el joven estaba borracho, se negaron a abrir la puerta. Muscarello finalmente se dio por vencido, y se dirigió a la comisaría de Exeter.  Muscarello informó del incidente al oficial de guardia Reginald Towland sobre la 1.45 a.m. Estaba blanco de miedo y apenas podía hablar. El agente Bertrand fue llamado a la estación, y recogió a Muscarello para regresar con él a la escena del incidente. Ya en el lugar, mientras el oficial de policía movía su linterna de un lado para otro, Muscarello avistó el objeto que se elevaba lentamente desde atrás de unos árboles cercanos. Bertrand se giró y vio un objeto grande y oscuro que llevaba una fila recta de cuatro luces rojas pulsantes extraordinariamente brillantes entrando en el campo a la altura de los árboles. Pasó por encima de un árbol de 21 metros, y se acercó a menos de 30 metros de ellos.[6] Instintivamente, el oficial Bertrand echó mano de su revólver, pero, pensándolo mejor, le gritó a Muscarello que se pusiera a cubierto en el coche.[7] Bertrand inmediatamente hizo una llamada por radio a la central para pedir ayuda.[8] El oficial David R. Hunt llegó en pocos minutos y, juntos, observaron que el objeto se alejaba más allá y por debajo de la línea de árboles. En su informe, Bertrand agregó que el reflejo del cuerpo del objeto causó un efecto de halo a su alrededor. Los testigos no escucharon ningún sonido, ni siquiera a corta distancia, pero aparentemente los animales en un granero cercano sintieron algo que los asustó, porque relincharon y patearon sus establos. Un perro ladró furiosamente.[9] No se notó ninguna interferencia en la radio de la policía ni se vieron afectadas las luces ni el encendido del coche patrulla. En el campo no había marcas de quemaduras o hendiduras. Sumado a esto, un hombre no identificado e histérico trató de llamar a la policía durante la madrugada para informar de un ovni. Llamó a la operadora y pidió alteradamente que lo pusiera en contacto con la policía, ya que había sido perseguido por un "platillo volador". Antes de que la llamada pudiera ser transmitida a la policía, la conexión telefónica se cortó. Ni el hombre ni la estación de pago pudieron ser localizados posteriormente. Después de que la policía informara del incidente a la Base de la Fuerza Aérea de Pease, en Portsmouth, un mayor de la USAF y un teniente, ambos en uniformes, llegaron e interrogaron a los policías. Después de un intenso interrogatorio, se les pidió que ocultaran el avistamiento para no alarmar a la población local. Pero era demasiado tarde, porque varios periodistas ya se habían hecho con la historia. Al interrogar a los oficiales de policía, el equipo de la USAF estaba particularmente interesado en el tamaño y la forma del objeto, y si las gallinas de un campo cercano se habían alarmado durante el avistamiento. Por varias semanas antes de los avistamientos la policía había recibido informes de personas que decían que su casa de repente se había iluminado con un resplandor rojizo después de haberse acostado, pero no se vio ningún objeto… Hasta aquí la narración de Dan Lloyd en FSR.

Norman Muscarello, junto a los dos policías (de pie) que participaron en el EC-II. (Foto.)

 

Con ingenuidad supuse que me encontraba ante un caso sólo rescatado por esta revista, pero mi sorpresa fue grande cuando, después de pasearme investigando por internet – como de costumbre -, hallé un revuelo ya histórico con el así bautizado “incidente Exeter”. ¡Era un caso emblemático de la ufología y yo no lo conocía!... Reuní bastante información, y armé mi propio dosier, con la sensación de que este nuevo evento no hacía más que reforzar mi intuición sostenida por años de que me sigo adentrando en un terreno demasiado inabarcable, y hasta desconcertante y peligroso para mí. La segunda sorpresa fue constatar que el caso sigue siendo, en lo medular y resumido, precisamente lo narrado por Lloyd,[10] y que los abundantes argumentos escépticos son – como de costumbre en el tema ovnis - sólo pinceladas superficiales, positivistas y racionalistas, que nunca abordan la complejidad, la singularidad y profundidad del fenómeno, como un fenómeno que, a todas luces en la experiencia de quienes la viven, supera y trasciende – sobrecogedora y hasta brutalmente - la realidad misma  y la condición humana.[11]

En el incidente Exeter, pues, nos enfrentamos a un caso sobresaliente de Encuentro Cercano del segundo tipo (EC-II), según la denominación poco precisa, y actualmente ya modificada, de Hynek.[12] No hay ninguna razón seria y debidamente justificada para dudar de la autenticidad de las experiencias de sus participantes.[13] Yo no soy un creyente ortodoxo e inflexible en la realidad del fenómeno ovni, ni en la información que circula al respecto, aunque sea de primera fuente, o incluso considerada confiable. Tampoco soy un escéptico, obviamente, ni comparto una visión exclusiva o predominantemente científica -aunque siempre la integro -. Mi formación y actividad filosófica y filológica me han dejado una impronta crítica y analítica que me acompaña irrestrictamente en todo, y en toda forma de conocimiento – hasta en las más validadas y autorizadas -. A cambio, podría definir mi enfoque y método como abierto, holista y ecléctico, lo que acaba llevándome casi siempre a una visión independiente y personal de las cosas y las materias de estudio.[14]

Definido esto, me propongo a continuación dejar lanzadas algunas cuestiones no sistemáticas acerca del incidente Exeter, pero, sobre todo, acerca de ciertos asuntos trascendentales, hacia los que necesito progresivamente encaminarme en el futuro.

 

I.             Las personas que participaron en el avistamiento son personas normales, promedio en la sociedad norteamericana de la época, incluso con la participación de dos oficiales de policía, a quienes se considera, desde un punto de vista social – EEUU año 1965 - altamente confiables.[15]

Este es un punto que ha sido observado como patrón o constante, por muchos investigadores del tema ovni. No existen prácticamente experiencias de EC en personajes destacados – en cualquier ámbito -, ni públicos. En cambio, sería difícil establecer un recuento de los muchos millones de EC que han ocurrido sólo en nuestra época, a partir del caso Arnold (1947) en adelante.[16] Considero que este patrón es consistente con el hecho ya casi innegable de la voluntad (propósito, o lo que sea) de sus ocupantes (seres inteligentes) de no manifestarse ni abierta, ni pública, ni oficialmente ante la Humanidad, ni ante nuestras autoridades, líderes, representantes, medios de comunicación, etc., pero sí masivamente a la población mundial, a través de experiencias personales y grupales bien controladas y acotadas.[17] Con todo, las grandes preguntas: ¿Qué son?, y ¿Qué hacen aquí?, permanecen tan abiertas y desconcertantes como en un principio…

 

II.           Al parecer, ninguno de los experimentadores del caso Exeter había vivido antes al menos un EC-I.

Las personas que no han vivido experiencias previas de EC demuestran generalmente una respuesta emocional muy alterada en su primer EC, independientemente de si hayan creído o no previamente en la realidad del fenómeno ovni. Esta respuesta alterada se debe casi siempre a que esta experiencia – en todos sus aspectos - rompe (no coincide con) las estructuras cognitivas y sicológicas, y hasta el sentido de realidad, de las personas experimentadoras.[18] Por lo mismo, es esperable que una persona se condicione escéptica y negadoramente respecto del fenómeno ovni en conjunto, antes de experimentar por sí mismo al menos un EC-II. Existe un verdadero abismo ontológico – y total - entre una persona que ha vivido una experiencia de EC-II, y más, respecto de alguien que no ha experimentado nunca al menos un EC-I.[19] Además, las consecuencias y efectos sobre la vida personal del experimentador (EC) son generalmente decisivos y fuertemente determinantes para su vida posterior.[20]

 

III.          Tanto la mujer conductora, así como Norman Muscarello, señalan que el ovni se comporta con ellos (acercándose y alejándose) de modo intencionado y dirigido (hacia ellos).

Nosotros, como observadores, investigadores, experimentadores, o en el aspecto que sea, sólo tenemos una percepción superficial, antropogénica y distorsionada de los “ovnis”, de los “tripulantes” de los ovnis (o “alienígenas” cuando se aparecen), y, en conjunto, de la experiencia completa de todo EC. Usamos todas nuestras facultades y capacidades humanas para experimentar el Fenómeno, y para procesarlo mental y cognitivamente, tratando de conocerlo y definirlo, a pesar de que nos supera en un nivel abismante e inconmensurable. Por otra parte, ELLOS parecen conocer íntegramente nuestra condición – mucho más que nosotros a nosotros mismos -, de manera que actúan condescendientemente[21] con la Humanidad y, en general, con las personas, aunque su naturaleza y sus intenciones más propias sean inalcanzables para nosotros.

 

IV.          El ovni utiliza luces rojas y movimientos espaciales y aerodinámicos como estímulos de percepción y de mente para los experimentadores humanos, como medios de comunicación unidireccional (hacia los experimentadores humanos), y como elementos vivenciales (para los experimentadores humanos).

Aunque el Fenómeno utilice estas formas y recursos accesibles y familiares para las personas, al igual que en todos los ECs reportados a través de la Historia, igualmente presentan alteraciones tan ostensibles respecto de los ya conocidos por los experimentadores, que probablemente no cumplan más que – o sobre todo - con una función de “puente”[22], acercando y alejando al mismo tiempo tanto a la Entidad como a la persona humana en una experiencia interdimensional (EC), o punto focal de encuentro (espacio-tiempo) de dos realidades radicalmente diferentes. La experiencia personal y síquica que conlleva este tipo de EC para las personas experimentantes es tan excepcional y tan límite de la realidad y de la condición humana, que por sí mismo es un aspecto del Fenómeno hasta ahora ignorado y descuidado.[23]

Mi hipótesis personal es que todo evento de EC es cuidadosa y completamente intencionado y configurado por las Entidades – antes, durante y después del evento -, mucho más allá de lo que como humanos somos capaces de hacer y hasta de concebir, incluso como irreal e imposible.

 

Estoy claro de que hasta aquí ya he propuesto demasiadas vaguedades, puros fuegos de artificio intelectuales, y que las personas generalmente necesitan detalles, precisiones, explicaciones minuciosas y accesibles, pruebas, argumentos, información, respaldos, confirmaciones, autoridades, etc., para comprender suficiente y consistentemente lo que se les quiere enseñar, y mucho más todavía para aceptarlo. En ese sentido, lo que acabo de exponer resulta inadecuado y débil. Incluso pudiera parecer que no va a ninguna parte; que todo ha sido un pie forzado, desorganizado, inconsistente y sin sentido. Lo es desde la perspectiva de un lector inadvertido, y lo asumo como un defecto necesario. Sin embargo, hacia donde quiero dirigirme no existen razones sustentadas lógicamente, ni evidencias, ni pruebas empíricas o científicas, ni conocimientos válidos y ciertos. Si los hay, están siempre subordinados a una experiencia límite y primaria para la mente humana. Si los hay, y los logro transmitir, será sólo el efecto colateral de un intento de aproximar a nuestros modos naturales de conocimiento la exploración original de la extraña realidad en la que me encuentro investigando. Por ello, debo concluir, apelando a su intuición y buena voluntad: ¡Todo está por verse!...



[1] Esta Introducción será publicada en 2 partes.

[2] La revista Flying Saucer Review, año 1966, volumen 12, número 1. En mi notebook los archivos no siguen un orden cronológico estricto, sino de otro tipo.

[3] “Importante avistamiento en Nueva Inglaterra” [T. del A.] Ibid., pp. 3-4.

[4] “Este relato ha sido condensado a partir de una copia de un informe enviado a la FLYING SAUCER REVIEW por el presidente del subcomité del NICAP de Massachusetts, RAYMOND E. FOWLER. El original del informe fue enviado a la oficina general del NICAP en 1536 Connecticut Avenue, N.W., Washington D.C., 20036. Un modelo de investigación objetiva, el informe ofrece una interesante visión de los modos de trabajo del NICAP. Por desgracia, es demasiado largo para presentarlo aquí en su forma original, pero cabe destacar que una versión del informe, con los debidos reconocimientos a R.E. Fowler, apareció en el SUNDAY TELEGRAPH del 3 de octubre de 1965.” Ibid., p.3 [T. del A.]

[5] La versión extendida de este relato, en Fuller (1977, 10), agrega: “Cuando ella llegó al paso superior, [el objeto] se elevó a una tremenda velocidad y se perdió entre las estrellas.” [T. del A.]

[6] Fuller (1977, 11) precisa: “Vino hacia ellos como una hoja flotando desde un árbol, tambaleándose y dando bandazos mientras se movía. Toda el área estaba bañada por una luz roja brillante. Los costados blancos de la casa prerrevolucionaria de dos pisos de Carl Dining se pusieron de color rojo sangre. La casa de Rusell, a unos 91 metros de distancia, se puso del mismo color.” [T. del A.] Los informes independientes de Muscarello, y del policía Bertrand (a la Fuerza Aérea), agregan en Hynek (1977, 158-159) que las luces siempre se movieron en un ángulo de 60°. Además, en el informe de Bertrand (Ibid.) se lee: “Cuando el objeto se movía, las luces inferiores siempre estaban delante de las demás.” [T. del A.]

[7] En el informe del oficial Bertrand, en Hynek (1977, 159), se lee, además: “En un momento, estuvieron tan cerca que me dejé caer al suelo y comencé a sacar mi arma.” [T. del A.] No obstante, Hynek (ibid.) precisa que el policía Bertrand le reveló, cuando echó mano a su revólver, “que Muscarello le gritó: ‘¡Dispárale!’, pero pensando que esto era imprudente, lo guardó, y le gritó a Muscarello que se cubriera dentro de la patrulla […] temía que los dos fueran quemados por las luces cegadoras acercándose a ellos.” [T. del A.]

[8] Después de esta llamada, según Hynek (1977, 11), el oficial y Muscarello siguieron observando el objeto: “Se balanceaba de un lado a otro sobre su eje, todavía absolutamente silencioso. Las luces rojas pulsantes parecían disminuir de izquierda a derecha, luego de derecha a izquierda, con un patrón de 5-4-3-2-1, luego 1-2-3-4-5, cubriendo alrededor de dos segundos cada ciclo. Era difícil distinguir una forma definida a causa del brillo de sus luces. […] Su movimiento era errático, desafiando todos los patrones aerodinámicos convencionales. ‘Se disparaba’, dice Bertrand.  ‘Podía girar en [el espacio de] una moneda de diez centavos, luego se frenaba’.” [T. del A.]

[9] Fuller (1977, 11), dice, en cambio: “Perros en las casas cercanas comenzaron a aullar.”

[10] Los mejores textos complementarios parecen ser: Fuller, John G., Incident at Exeter (1966), y, secundariamente, Hynek, J. Allen, The Hynek UFO Report (1977).

[11] Un botón de muestra de un pobrísimo abordaje desde una perspectiva escéptica en relación con el incidente Exeter, ver McGaha y Nickell, ‘Exeter Incident’ Solved!, Skeptical Inquirer, November / December 2011, Volume 35, Issue 6, pp.16-19.  En alguna publicación futura me haré cargo del interesante y discutible fenómeno del escepticismo desde diferentes puntos de vista y manifestaciones, no sólo en lo relativo a los ovnis.

[12] Si bien, Hynek (1977, 154) lo califica tímidamente como EC-I, aunque la interacción entre el ovni y los diferentes experimentadores se reduce por momentos a unos 30 metros aprox. (y menos), y diferentes animales experimentan gran inquietud y alteración de su comportamiento. No se trata simplemente de un caso de avistamiento de luces a la distancia y sin interacción directa y próxima.

[13] No me hace sentido hacerme parte de la discusión inagotable en torno a este caso. Existe abundante literatura e información al respecto. Por ahora, me interesa presentar someramente ciertas cuestiones principales que superan la discusión específica acerca de este u otro caso en particular, y que me permitirán ir desarrollando progresivamente los asuntos de fondo, manifiestos y capitales que deseo comunicar.

[14] También tengo la intención de compartir en próximas publicaciones mi experiencia y aventura personal del conocimiento, a través de mi itinerario de vida.

[15] Considérese que el hombre que llama descontroladamente a la operadora y luego cuelga el teléfono es, con total seguridad, si no un experimentador real en el mismo incidente Exter, al menos un indicio evidente de los millones y millones de seres humanos que experimentan un EC, y que lo guardan en el más completo anonimato.

[16] El tema de la masividad, de la variada tipología y de la compleja fenomenología de los ECs será abordado en futuras publicaciones.

[17] Las teorías e informaciones relativas a contactos y acuerdos extraterrestres con gobiernos, grupos o instituciones humanas son tema complicado y espinudo que abordaré en próximas publicaciones.

[18] Este sentido de irrealidad – al igual que una suerte de parálisis cognitiva y sicológica - caracteriza a los EC-II, y en los ECs mayores, incluso cuando la persona ha vivido ECs varias veces con anterioridad. Es un tema casi ignorado por los investigadores, y que trataremos en futuras publicaciones.

[19] Ningún ufólogo, científico, escéptico, persona común tiene la más mínima idea de lo que está hablando u opinando en relación con el Fenómeno, si no ha experimentado por sí mismo un EC-II, y más. Esto puedo garantizarlo y afirmarlo tan categóricamente ciertamente a partir de mi propia experiencia personal con el Fenómeno, a la cual me referiré en futuras publicaciones.

[20] Cuestión importantísima, de la cual se desentiende la mayoría de los ufólogos e investigadores. Creo que John E. Mack ha sido el investigador – desde su condición de siquiatra – más sensible y lúcido respecto de esta dimensión, específicamente en las experiencias de abducción (EC-IV).

[21] Este carácter condescendiente no debe ser entendido como una condición necesaria en su encuentro con los individuos y la Humanidad. Volveré sobre este punto en un futuro.

[22] Los ovnis representan a su vez otro puente (medio), específico e intermedio, para acercar-separar a “alienígenas” (tripulantes), de humanos.

[23] Las ciencias y teorías de la mente de la Humanidad actual están tan ajenas en su cosmovisión y saber a este tipo de realidades mentales y extramentales (incluida la dimensión física no convencional), que, o bien dejan abandonados a su suerte a los experimentadores de ECs, o bien los descalifican y reducen a sus estrechos (cerrados) esquemas de realidad y conocimiento. Esta situación pobre y reduccionista se extiende, además, a múltiples áreas de conocimiento y opinión asociadas a este tipo de eventos, tales como fuerzas armadas, periodismo, instituciones gubernamentales y políticas, credos religiosos, científicos, instituciones académicas, etc., que reaccionan de diferentes maneras inadecuadas frente a estos fenómenos y aspectos de la realidad. Hynek (1977, 165s) llega a una conclusión similar: “Así, cerramos el archivo del Libro Azul sobre Encuentros Cercanos del primer tipo: casos tan extraordinarios que son reales sólo para la persona que ha experimentado uno, al igual que la nieve es real para un habitante de los trópicos sólo después de haberla experimentado viajando a latitudes del norte. La diferencia, por supuesto, es que la ciencia acepta la nieve; los ovnis, no lo son. Pero al no tratar con la evidencia, el estamento científico, como el Pentágono, está en realidad admitiendo que no tiene explicación.” [T. del A.]

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