lunes, 16 de agosto de 2021

Personas Pasivas, Personas Creativas, Mutantes

 


 

For an adventure to be real, you need to leave the well worn path, and enter the darkness.[1]

Mike Clelland

 

Sé que voy a simplificar traicioneramente las cosas, pero – teniéndose presente que este boceto tendrá sólo un carácter gráfico y propedéutico – propondré que existen dos categorías gruesas de personas cuando leen[2], o cuando aprenden: 1) las que se someten y creen literalmente al autor (o a lo enseñado), o bien quedan subordinados a su ámbito de influencia y dependencia mental (a su mindset); 2) las que se plantan crítica-creativamente y con personalidad independiente ante el autor, o lo enseñado, lo que no impide que puedan asimilar mucho de lo leído o lo aprendido. Esta distinción básica difícilmente puede ser cuestionada, ya que posee una validez empírica universal. Al menos, es lo que he aprendido a través de mi vida, como ávido lector, y también como docente. Por cierto, esta distinción también tiene validez en muchas otras áreas del quehacer y del saber humanos.[3] Ya Aristóteles, en el ámbito de la política, señalaba que, por naturaleza, unos nacen para mandar, y otras personas, para obedecer.[4] Y esto lo digo sin el menor ánimo de menoscabar o subestimar a quienes se posicionan sumisa y pasivamente ante la existencia y ante el “conocimiento”.

Esta suerte de principio sicológico y social se vuelve extremadamente relevante cuando se aborda el tema de los Fenómenos No Identificados (FNI).[5] De más está decir que, aunque muchas veces tiene una utilidad significativa – de varias maneras - para la persona que se somete (tipo 1) a una idea, a una visión, a una enseñanza, a un orden, a un poder, a un medio, a un grupo, etc.; o también, para otra(s) persona(s) o comunidades que espera(n) sometimiento, asentimiento, alineamiento, integración, aprendizaje, funcionalidad, etc., de las demás personas, no obstante, siempre y necesariamente conlleva también un grado considerable de renuncia a la propia dignidad y al valor intrínseco de la persona que se somete sin asumir debidamente su individualidad y su capacidad de ser autónomo, diferenciado y único. Es verdad que en nuestra época el ser autónomo, único y crítico ha llegado a poseer una connotación negativa, antisocial, confrontacional, sospechosa, etc. Sin embargo, una persona crítico-creativa no tiene que tender a ser un anarquista, un rebelde, un desadaptado social, pero también es el único que puede llegar a serlo, o no

Hasta los 11 años fui un niño absolutamente tipo 1. Desde los 12 años, me convertí en un individuo completamente tipo 2, y sin descanso... Ciertamente, vivir como tipo 2 implica experimentar la vida entre los seres humanos como una bendición, tanto como una maldición. No fue mérito mío que ocurriera, sino más bien fue un accidente repentino, un evento ilógico y tal vez sobrenatural… Desde los 12 años, un acceso extraordinario de hiperconciencia y desarrollo integral de la mente – por tratar de decir algo más o menos comprensible - me llevó vertiginosamente a experimentar con intensidad la zona FNI de la realidad.[6] Por supuesto que se pueden conocer y hasta experimentar los FNI perteneciendo como persona-mente también al tipo 1, ya sea como un individuo crédulo y simple, o sea, que cree (o acepta) sin cuestionamiento crítico-creativo en los ovnis, los extraterrestres, los fantasmas, dios, los duendes, ángeles, las apariciones de la Virgen, las experiencias fuera del cuerpo, la reencarnación, el inconsciente colectivo, el tarot, o cualquier otro FNI; lo mismo que se puede ser un tipo-mente 1 escéptico, negador, intransigente, erudito, argumentativo, analítico, científico, etc., que niega, reduce o invalida todo o algún FNI, pero sin mente abierta y exploradora. Es decir, se puede reconocer una cerrazón de mente similar en un creyente-1, lo mismo que en un negador-1, por ejemplo, de los ovnis-aquí (FNI). En cambio, el tipo-mente 2 incorpora a su set mental todos los recursos síquicos y cognitivos del tipo 1, los utiliza cuando considera oportuno y de la manera que considera adecuada, pero siempre conservando su mente abierta y exploradora. Es decir, puede llegar, o no, a las conclusiones que llega condicionadamente, en cambio, el tipo 1. En mi caso, nunca he dejado de ser un cirujano riguroso y meticuloso para cortar y explorar sin anestesia las rugosidades de mi mente y de mi alma con el escalpelo de mi autoconciencia crítica. Creo que será de interés para muchas personas enterarse de estas experiencias autoexploratorias mías, tan extraordinarias y significativas como pocas historias humanas he conocido. Lo haré progresivamente, con la mayor sobriedad y honestidad posibles; pero ahora quiero concentrarme en un punto de gran importancia tanto para ustedes como para mí. De entre los amplísimos e inabarcables temas relativos a Fenómenos No Identificados (FNI), quiero espigar una cuestión particular, pero que considero de la mayor trascendencia.

En este temprano y muchas veces penoso irme reconociendo un tipo 2, a diferencia de la mayoría de mis congéneres, y, a mayor abundancia, tener que reconocerme muy pronto y además una especie de mutación al tipo 2, una suerte de mutante tipo hiper-2, o meta2,[7] acabé también identificando intuitivamente a quienes estaban más próximos a mi mutación, y diferenciándome y distanciándome – finalmente aislándome - de quienes se encuentran en el tipo 2 neto, y en el tipo 1 todavía más. Voy a poner un ejemplo del ámbito de la ufología que entenderán cabalmente quienes están bien informados en el tema. En mi post anterior mencioné la teoría de la Distorsión de José Antonio Caravaca, y expresé que me parecía “una teoría reciente que sostiene con notable síntesis y gran inteligencia una propuesta similar unificada y totalizadora de la fenomenología ‘ovni’, y de los fenómenos asociados que desafían nuestros más variados y ‘sólidos’ conceptos de realidad e irrealidad.” A pesar de presentar José Antonio una teoría original, abierta, crítica, analítica y sintética a la vez, consistente, holista, para la fenomenología FNI – probablemente lo mejor que se ha propuesto hasta hoy acerca de la fenomenología OVNI y, en general, FNI[8] -, se encuentra (solamente) en el tope del tipo 2 existencial-cognitivo. Esta apreciación mía de mutante tipo hiper2 percibida con mi superolfato2 - representa un altísimo reconocimiento para él, al ubicarlo en la cima misma de toda la abrumadora, multitudinaria y heterogénea literatura e información que se ha desplegado hasta hoy en torno a estos temas, pero también me permite descubrir sus debilidades, e ir más allá, corrigiendo, agregando, respondiendo, clarificando, reformulando, reafirmando, etc., su propuesta – en general y en particular - y sus textos. Más aún, como ejemplo de lo anterior, me permitiré la licencia de señalar cuál es, a mi modo de ver, la principal razón que impide a José Antonio, como investigador, trascender a un nivel hiper2, y superar sus propios límites y debilidades. La respuesta puede parecer muy simple: experiencia (vivencial) propia y variada en FNI. Sin embargo, tras una experiencia FNI, una sola, hay un universo escondido, una hebra tan profunda e inagotable, que las personas que no la han vivido, ni siquiera se pueden imaginar ese universo, ni conjeturar – sólo pueden teorizar intuitivamente, en el mejor de los casos -, porque está arraigado simplemente en otro plano de realidad, en una metarrealidad, a la cual la mente natural y el sistema cognitivo natural del ser humano acceden sólo en condiciones de conciencia muy particulares, generalmente involuntarias, y ocasionales. Sólo cuando se está ADENTRO de una experiencia FNI se puede acceder – aunque sólo sea un atisbo - al plano de realidad B (como lo llama J.A. Caravaca), pero también se transforma y resignifica completamente el plano A, donde se encuentra la mayoría de la Humanidad, y a la que regresa (cuando regresa) el desconcertado y maravillado experimentante B, o mejor, el experimentante A-B, como afirma el mismo J. A. Caravaca.[9] Por ello, a José Antonio le falta lo que, por ejemplo, a un Whitley Strieber o a un Mike Clelland les abunda: experiencias vivenciales FNI, hasta convertirlos en monstruos de la ufología, en sobresalientes humanos FNI (tipos transicionalmente hiper2) – entre otros y otras semejantes -, capaces de conceptualizar y procesar de una forma interaccional-vivencial continua con el FNI, lo mismo que con el Agente Causal[10] (la Entidad) del FNI, aunque todavía sea solamente en un grado elemental[11]. No obstante, aunque posean el don de la vivencia FNI, es preciso reconocer que toda vivencia humana está condenada a la distorsión, al autoengaño, a la incompletitud, a la ilusión delirante, en lo cual también abundan estos dos pre-mutantes, que son W. Strieber y M. Clelland.

En conclusión, he establecido aquí – todavía como un mero esbozo o prospecto - que existen estos tres tipos y niveles humanos de acceso a los FNI, y, en general al fenómeno total realidad-irrealidad que experimenta cada persona. En el futuro trataré de demostrar que ésta es una manera novedosa y constructiva de abordar la investigación FNI, la cual propongo para la consideración, discusión y eventual uso de toda persona de buena voluntad que desee comprometerse integralmente con estos temas, y asumir las consecuencias que ello implique.

 



[1]Para que una aventura sea real, debes dejar el camino acostumbrado y entrar en la oscuridad". [T. del A.] Clelland, Mike, Hidden Experience: A memoir of owls, synchronicity, and UFO contact (p. 74). Edición de Kindle, Amazon, 2019.

[2] Existen ciertamente innumerables matices y diferencias dentro de cada categoría: por ejemplo, cuando leen sobre cierto tema, siguen el modelo 1, pero en otros temas, el modelo 2; o bien, cuando leen a un autor, lo mismo, pero cuando leen a otro, no; etc. Además, las personas pueden comportarse de una u otra manera dependiendo de las variables circunstanciales y sus modificaciones, aunque, en general, la mayoría de las personas tiende a categorizarse casi sin movilidad en una u otra clase desde temprana edad.

[3] La cuestión general, planteada filosóficamente, se enmarca en cómo se postura sicológica y epistemológicamente cada persona ante el fenómeno de “lo dado”, o lo previo al sujeto, o lo que está-ahí de una cierta manera independiente del sujeto.

[4] Por cierto, no estoy de acuerdo con Aristóteles, sobre todo en su determinismo antropológico naturalista, pero en la práctica (históricamente) tienden a darse efectivamente así las cosas.

[6] La experiencia transformativa que comencé a vivir abruptamente desde esa edad es tan densa, tan compleja, inusual, asombrosa, difícil, fluida, maravillosa, etc., que la iré compartiendo de a poco en futuras publicaciones.

[7] Este es un asunto para mí extremadamente difícil de conceptualizar y comunicar, aunque me he propuesto abordarlo y publicarlo, como uno de los motivos centrales de lo que creo me queda de vida “útil”.

[8] Volveré reiteradamente a tratar aspectos particulares de la propuesta de José Antonio.

[9] Comparto la apreciación de José Antonio, de que un experimentador de un Encuentro Cercano (EC), por ejemplo, un abducido, no accede propiamente a otro plano de realidad separado (B), llámese ovni, viaje interplanetario, interacción con alienígenas, etc., sino siempre se produce una fusión y confusión entre el plano sico-físico natural de la persona, y el plano indeterminado y anómalo (B) que aporta la Entidad-causa, produciendo una experiencia mixta e indeterminada que él denomina A-B.

[10] Equivalente al Agente Externo (AE) de J.A. Caravaca.

[11] Reconozco que existen gradaciones varias entre uno y otro tipo de experienciadores FNI; incluso, muchos de ellos, de gran envergadura teórica y considerados meramente teóricos y científicos de la ufología, tales como Jacques Vallée o John Mack, en realidad son experienciadores FNI por medio de la intuición, la inspiración, y otras facultades mentales inconcientes que la sicología actualmente ignora – hablaré de ellas en su momento -. Las variedades de tipos de experienciadores FNI son múltiples, pues van – por señalar algunos – desde los posibles charlatanes, sicóticos o con otros trastornos sicológicos, contactados, telépatas, médiums, embaucadores, niños, religiosos, agnósticos, ateos, abducidos, investigadores, con diferentes niveles de educación, de culturas distintas, militares, fantasiosos, etc. Innumerables más. Cada una de estas categorías, o factores distintivos, requiere de una identificación y estudio complejo, particular y diferenciado respecto de los demás, cuestión que por cierto no se ha hecho sistemática y ampliamente hasta el día de hoy.

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